Espiritualidad

La espiritualidad es uno de los pilares de Syneida que puede generar más debate debido a las diversas creencias personales. Sin embargo, es esencial exponer nuestra interpretación de la espiritualidad y su relevancia en nuestro sistema de salud.

Para nosotros, la espiritualidad trasciende el ego y el cuerpo físico, representando ese aspecto profundo e intangible del ser humano y de la vida que impulsa y transforma todo. Es esa presencia inmanente y trascendente, que existe antes y después de nosotros, y a la que solo podemos acceder mediante el silencio, la escucha activa y la atención plena. Desde el inicio de los tiempos, la humanidad ha buscado comprender la existencia, una curiosidad que ha dado lugar a prácticas espirituales en todas las culturas y épocas. La espiritualidad, distinta de la religión, se relaciona con nuestros valores, propósito de vida y el sistema de creencias que da sentido a nuestras acciones. ¿Qué nos impulsa a buscar la felicidad? ¿Por qué anhelamos el bienestar? En Syneida, armonizamos los conocimientos ancestrales sobre el ser con la perspectiva moderna de la ciencia.

En la actualidad, la meditación es una práctica cada vez más valorada por corrientes tanto modernas como ancestrales para fomentar la espiritualidad y el autoconocimiento.

La meditación entrena la mente para pausar su divagación natural y enfocarse en el momento presente. Este ejercicio requiere práctica constante, ya que solemos vivir en piloto automático, con escaso control sobre nuestros pensamientos y acciones. Una vida con poca conciencia nos hace vulnerables a ser dominados por impulsos y deseos, lo que puede llevar a problemas mentales, emocionales y físicos.

Practicar la meditación estimula la Corteza Prefrontal, responsable de la atención, concentración, control de impulsos y resolución de problemas. También activa la Corteza Cingular Anterior, que nos ayuda a hacer consciente lo inconsciente, un proceso clave para la salud mental que nos permite elegir nuestros pensamientos. Reconocer el “ego” o “yo” es fundamental en este proceso, y se origina en la Ínsula, que conecta nuestras emociones con la corteza cerebral y gestiona nuestra postura mental y corporal. La ínsula también nos permite percibir la música, sentir el amor materno y reír. Por ello, muchas filosofías orientales enfatizan la importancia de la sonrisa en la meditación y la vida, ya que abre la conexión entre el inconsciente y lo consciente, promoviendo la amabilidad y la compasión, emociones que disminuyen la autocrítica y mejoran el bienestar. Además, meditar reduce la amígdala cerebral y favorece el desapego neuronal, permitiéndonos vivir el presente con mayor plenitud y desconectarnos de las circunstancias sin ser arrastrados por ellas.

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